En relación a los 37 años del golpe militar de 1976 y la violencia desenfrenada que desató quiero compartir algunas reflexiones en torno a conceptos fundamentales como olvido, memoria, condena, perdón, libertad, verdad, identidad, presente y futuro.
Ante todo un acontecimiento significativo, de una intensidad y calidad que compromete todo nuestro ser,es imposible de olvidar.Por consiguiente las vicisitudes traumáticas que atraviesan la vida no desaparecen del paisaje psicológico sino que su destino dependerá de la elaboración que hagamos de ellas.Insisto,el olvido es una falacia.La memoria,luego lo ampliaremos tiene diferentes formas de recordar y evocar. Lo que no se verbaliza se expresa de modos alusivos y encubridores.
Sucede,que si por diferentes motivos desde el desamparo hasta el miedo no podemos tramitar lo acontecido apelamos a defensas inadecuadas que llevan a enfermar y contaminar la propia historia produciendo además una cosmovisión distorsionada.
¿A cuàles me refiero? Voy a citar las màs habituales:la represión,donde excluìmos de nuestra conciencia las representaciones angustiosas congelándolas en el inconciente y por lo tanto preservándolas de un modo permanente y sintomático.Recuerdo aparentemente olvidado que nos limita,priva y maneja,restándonos capacidad de reparación y libertad.
Otras veces se apela al repudio de la realidad.Se desmiente lo ocurrido.Mecanismo grave que vacìa de verdad la experiencia vital,dejando un estado de alienación que se puebla de mentiras sustitutivas que empañan lo realmente ocurrido.El efecto es màs drástico.El sujeto es despojado de la densidad y autenticidad de su mundo interno para pasar a ser destituido.
En otras oportunidades se apela negaciones,mentiras disfrazadas de razonamientos correctos que en lugar de enfrentar lo sucedido aprisionan y silencian la evocación.
Aquello que lesiona los derechos y valores esenciales que hacen a la existencia y al convivir humano no sòlo merece sino que debe ser condenado y consecutivamente sancionado.Sólo así puede luego darse el perdón,que está en la vereda de enfrente de la amnesia y que si va a otorgarse exige y necesita de una pena previa;lo contrario de la impunidad aletargante.
De no ser asì ¿què estaríamos perdonando?.Pero esta dinámica conlleva a otras articulaciones ¿qué imperativos deben incluir el pedir perdón por el delito del que se participó?.Primero asumir la culpa por lo hecho con el consiguiente arrepentimiento el cual no tiene ningún valor como declaración pasiva sino que sólo adquiere vigencia si deriva ese reconocimiento en conductas reparatorias activas que aluden a una mutación sincera del victimario.
Esto no borra al hecho pero sì lo reubica en el contexto vincular y permite una rehabilitación del culpable.
¿De qué se trata perdonar?.
A saber:dar la posibilidad de saldar algo de la deuda para intentar integrarse adecuadamente.Y lo que es importante para quien fue la victima es no quedar hipotecado en un rencor que eternice un dolor en vez de ubicarlo en la memoria como un sufrimiento que evita el olvido preservando entonces la verdad que serà constitutiva de la narrativa identitaria del sujeto.
Desprenderse de la incisiòn aguda del resentimiento implica un mayor grado de libertad y alojar la experiencia vivida en una combinatoria que no paralice,ni atrape en un miedo a la repetición sino plasmarla como una historia imborrable que sólo admitiéndola otorga el devenir coherencia y potencia.
La memoria,siempre presente contiene al pasado sin disolverlo pero en un lugar que permita imaginar el futuro como algo nuevo y fecundo.
José Eduardo Abadi | 25 de Marzo de 2013